13/2/08

CADENAS por Natalia Ferretti


autor: Natalia Ferretti

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LÍNEAS IMAGINARIAS por Amador

Caballo de luz
Respira,
un sablazo al corazón de la asfixia.

La paredes del dado
reducen a un cinco,
el punto central será el.
Esquiva la cachetada
Que no llega.
Llora.

Ve al hombre dar saltos en sus mejillas
poco a poco
logra surcar la piel.

Debajo:
el cuerpo es una sombra
herida de silencios.

autor: Amador

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YO, VLADIMIR por Maria Ximena Venturini

Nací en San Petersburgo el 22 de abril de 1899. Mi padre también se llamaba Vladimir, y mi madre, Elena. Marfutka, Alenuchka y Serguei eran mis hermanos. Ese invierno era especialmente crudo, vastas partes de tierra estaban cubiertas por enorme montones de nieve helada y ya ni pájaros había; caían muertos de frío al intentar volar. Mi madre nos arropaba a todos juntos cerca del samovar dándonos vodka para calentarnos. Al décimo día del mes cuarto del General Nieve no teníamos más que algunos libros para avivar el fuego. Ni tabaco, ni pan, ni café quedaban: nuestros caballos habían perecido días antes. Madre comenzó a desesperar ante la terrible situación, y nuestro pequeño perro Zarevna no comía hace días y berreaba sin cesar. Yo trataba de no llorar, convenciendo a mis hermanos que volverá Padre del campo y nos regocijará con alguno de sus cuentos. El recuerdo de su presencia, sus bigotes y sus relatos nos acompañaban. Una tarde donde discutí con la más pequeña de mis hermanas, Alenuchka, decidí terminar con la tristeza invernal. Cogí un libro, el más gordo de la biblioteca y leí en voz alta. Eran los Cuentos folclóricos rusos recogidos por el gran Alekandr Nikoalevich Afanasiev. Debo a "Basilisa la Hermosa", "El adivino", "El campesino, el oso y la zorra", la primera conjunción de felicidad con algo llamado Literatura. Poco a poco fuimos conociendo otros: Gógol, Turguéniev, Dostoyevski, Chéjoy y Tolstoi nos maravillaban. Afuera la nieve congelaba las nubes, pero leyendo, al final al calor de las historias, de alguna manera logramos sobrevivir al invierno

Años después, ya siendo docente de Literatura Rusa en los Estados Unidos, traté de regalarles a mis alumnos esa necesidad (física, emocional, real) de literatura. Creo firmemente que las novelas no deberían buscar meramente lo didáctico; y que nosotros, los lectores, deberíamos buscar una apreciación estética a través de la atención a los detalles (de estilo y estructura). Aunque claro, ante todo, el placer del texto.

Firmado: Vladímir Vladímirovich Nabókov
(Влади́мир Влади́мирович Набо́ков)

autor: Maria Ximena Venturini // blog 2

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3 comentarios:

Leandro Coratella dijo...

Muuuy bueno!!! Felicitaciones Srta. Ximena por su debut en el blog!!! Siga inspirándose y deleitándonos!!!

Anónimo dijo...

Ante todo el placer y la necesidad de la literatura. Me gustó!

marian dijo...

genia. admirable amiga mía, sus palabras siempre lindas, linda, linda