29/3/08

-------------- por Amador

…el cuerpo es una sombra herida de silencios...


La vida viste de gris el anuncio en la carretera que conduce a la ciudad.

Ella lloverá desde su balcón, intentará desprenderse inútilmente de las sombras que la proyectan a cada paso. No lo logrará hasta que la capa de la noche cubra al sol (al menos eso cree).

Convencida de estar en la situación correcta dará un paseo, antes respira una última bocanada de oxígeno girando su cabeza hacia la habitación donde todas las noches se desvanece por unas seis u ocho horas.
En la vereda, el smog de la ciudad le provocará una alergia, lágrimas diminutas caerán entre los adoquines. Su materia cambiará de estado, ya líquida llegará a la boca de una alcantarilla, la superficie la empujará, es el comienzo de un viaje subterráneo entre despojos “ajenos”.

Ascenderá con sus alas de mariposa contaminadas sobre calles solitarias, sombras petrificadas yacerán frías al compás de un corazón arrojado desde el balcón lejos del cuerpo de origen. Ella pensará en esas personas que se perdieron de sí mismas y que no pudieron equilibrar la luz, se detendrá un instante y lo olvidará.
Entiende que su rutina sea la de una mariposa que muere al final del día. Ella morirá en la esquina de su casa atada a un poste de luz, su sombra se tambaleará por el viento mientras el sol se esconderá entre nubes y smog. Su ojos no podrán escapar de la alergía urbana…pero esta vez sus lágrimas serán mas espesas y negras, chorrearan por el cuerpo tieso atravesando el talón de Aquiles, el empeine, los dedos…para hundir finalmente su cuerpo líquido en la profundidad de una sombra suicida entre los adoquines de una sociedad mucho más suicida y oscura.
Detrás estará la dureza del suelo y la mirada perdida de quien mira desde adentro, el oxígeno se respirará en un solo lugar; el hogar o trinchera de sueños…para quienes aun los tienen…


Una sombra una vez soñó tener un cuerpo, pero al ver la mirada de aquella mujer entendió que no podría habitar en ella por que haría lo que fuera posible por desprenderse de su cuerpo y así lo hizo.
La mujer se sumergió en sus entrañas oscuras sobre calles de adoquines, testigos crueles de una ciudad que anochece, los días.

autor: Amador
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